El Espíritu Santo y la Restauración

Durante largos años el movimiento pentecostal chileno ha sido reconocido a nivel mundial por el gran crecimiento y aceptación que ha provocado en los ciudadanos simples de nuestra nación.

Sin habérselo propuesto, este moviendo impacto toda la sociedad en Chile  debido principalmente al encuentro que los creyentes tienen con un Dios sumamente cercano, que es capaz de dotar a todos los miembros de la Iglesia con el Poder del Espíritu Santo y que se encuentra con ellos en cualquier lugar en que se encuentren y que se Manifiesta en danzas, profecías, visiones, sueños, etc.

Sin embargo, las dudas acerca de que tipo de manifestaciones son o no las que Dios acepta entraron a la iglesia. Los motivos de estas dudas son:

  1. Existieron algunos malos instrumentos que usaron sus dones como medio para hacer la voluntad humana y no la voluntad de Dios.
  2. Líderes sin discernimiento que cortaron la bendición por los excesos y por miedo también a la verdad.
  3. Hermanos que les creían a ciertas personas y no a otras.
  4. Hermanos que creían que Dios actuaba a la forma que ellos consideraban “Prudente”. (criterio humano)

 El problema es caer en una Iglesia apagada y sin la bendición espiritual,  por lo que dejamos de  lado la  experiencia espiritual renovadora que nos hace fuertes como Iglesia Pentecostés. Los hermanos sienten que sin las manifestaciones no se encuentra Dios en el culto, transformándose  nuestra adoración en una adoración fría y rutinaria.

Esto ha llevado a las Iglesias a buscar nuevas formas que puedan hacer más hermoso el evangelio y se han importado las ideas que han funcionado en otros lugares para implantarlas en nuestras Iglesias.

Lamentablemente hemos perdido nuestra originalidad como Iglesia y se nos ha ido el primer amor. Nuestras Iglesias que debieran estar llenas de bendición, hoy las encontramos llenas de actividades en las que esperamos que Dios este presente. Con todo este panorama, debemos decirlo, hoy existe: Crisis en La Iglesia.

Factores que influyen en la Crisis de la Iglesia:

  • División en la Iglesia.
  • Excesiva cantidad de  líderes y de organizaciones.
  • Falta de compromiso de los creyentes “partidistas”. Se vela solamente por intereses propios y no por el bien común.
  • Falta de Santidad – oración – ayuno. -prácticas espirituales-
  • Problemas en la adoración. Miembros cómodos e indiferentes.

 Óseas le expresó a su pueblo: 4.6 “Mi pueblo no tiene conocimiento, por eso ha sido destruido. Y a ti, sacerdote, que rechazaste el conocimiento, yo te rechazo de mi sacerdocio. Puesto que tú olvidas las enseñanzas de tu Dios, yo me olvidaré de tus descendientes”.

Muestras Bíblicas de problemas similares.

Encontramos en la Biblia numerosas veces en que le pueblo del Señor se encontró en estados de división, invasión de pueblos enemigos, fueron esparcidos, y humillados (entre otras tantas cosas) a causa de su pecado y de su despreocupación por Dios.

Los profetas dijeron:

Esdras 9.6 “Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi rostro a ti, porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza, y nuestros delitos han crecido hasta el cielo”.

Isaías 6.5 “Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos”.

Isaías 58.1-3 “Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado. Que me buscan cada día, y quieren saber mis caminos, como gente que hubiese hecho justicia, y que no hubiese dejado la ley de su Dios; me piden justos juicios, y quieren acercarse a Dios,... He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto...”

Oseas 6.1 “Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará...

                

                El pueblo de Israel vivió muchas veces el resultado de su desconocimiento y su falta de búsqueda de Dios. La iglesia debe aprender de su ejemplo, pero al igual que ellos  experimentamos los mismos problemas enunciados al principio.

Luego que ya hemos examinado el problema estamos listos para replantear nuestro estudio en posibles soluciones que nos den resultados reales a la hora de su implementación en la Iglesia, estamos listos para plantearnos la Restauración de la Iglesia

 

1.   La profecía del NT sobre la restauración (Hch 3.19-21)

La restauración en cada dimensión de la experiencia humana es fundamental en el evangelio cristiano. Está entretejida en toda la Escritura y debe hallarse en el pórtico de nuestro ministerio de la verdad.

En Hechos 3.19–21 se halla la más citada referencia a la restauración en el Nuevo Testamento. Pedro hace un llamado urgente a retornar a Dios para ser limpios de pecado. Añade que este retorno allanará el camino a un período de refrescante avivamiento como resultado de la presencia del Señor en medio de su pueblo. También preparará el regreso de Cristo, quien, según Pedro, «es necesario que el cielo reciba [o retenga] hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo» (Hch 3.21).

Muchos sienten que es ahora, en estos últimos días, que «todas las cosas» profetizadas se cumplirán y se completará la restauración. La restauración final es el regreso de la Iglesia, la novia de Cristo, a la majestad y la gloria preparada por Dios para ella. Para que esta restauración tenga lugar, Dios ha comenzado a dejar que su poder y pureza fluyan sin medida por medio de ella. «La remoción de las cosas movibles» ha comenzado, para que el reino inconmovible se manifieste (Heb 12.27, 28).

2. Definición bíblica de la restauración (Job 42.10-12)

De acuerdo con el diccionario, «restaurar» significa restablecer la condición original de algo. Sin embargo, cuando algo es restaurado en la Escritura, siempre crece, se multiplica o mejora, de manera que su condición final supera su estado original (véase Jl 2.21–26).

Por ejemplo, bajo la Ley de Moisés, si alguien robaba un buey o una oveja, no era suficiente que restaurara el animal que había tomado. Tenía que pagar por el equivalente de cinco bueyes o cuatro ovejas (Éx 22.1). Cuando Dios restauró a Job tras las pruebas terribles a que lo sometió, le dio el doble de lo que había perdido y lo bendijo más abundantemente en sus últimos días que al inicio de su vida (Job 42.10–12). Jesús dijo a sus discípulos que todo aquel que dejara algo para seguirle recibiría cien veces más (Mc 10.29, 30).

Dios multiplica cuando restaura. Y así, al restaurar hoy en día, Dios no solamente devuelve a la Iglesia la gloria que alcanzó en tiempos del Nuevo Testamento. ¡Quiere hacerla más poderosa, majestuosa y gloriosa que nada de lo que el mundo haya visto jamás!

 

3. Restauración de la intimidad con Dios (Ap 19.7-9) 

El Señor ilustra la restauración de la intimidad con su pueblo por medio de la analogía de la esposa y el novio. El pasaje de Apocalipsis 19.7–9 describe la boda del Cordero, Jesús, cuando llama a su Esposa, la Iglesia, una vez que ya está preparada para presentarse ante Él. En su carta a los Efesios, Pablo explica cómo la Esposa se prepara: sometiéndose a Dios y permitiéndole purificarla «en el lavamiento del agua por la palabra», a fin de presentarse ante el Señor sin «mancha ni arruga ni cosa semejante» (Ef 5.25–27).

Cuando la Esposa está preparada y Jesús retorna por ella, el vínculo roto en el Edén queda completamente restaurado, y los seres humanos vuelven a ser uno en Cristo y Dios, como Jesús oró en Juan 17. Pero como en el «primer matrimonio», la Esposa será hueso de sus huesos y carne de su carne; esto es, debe ser como Él. El Señor no regresará por una esposa impura y derrotada. En estos días de restauración, Dios prepara a la Esposa en hermosura y poder y la viste de su gloria.


4. El Espíritu Santo: agente de restauración (Jl 2.28,29)

La obra de restauración de Dios es una obra del Espíritu Santo en y a través de las vidas de aquellos que han creído en Jesús y han nacido de lo alto (Jn 3.3). El profeta Joel predijo cuándo Dios derramaría su Espíritu «sobre toda carne» (Jl 2.28, 29). De esa manera, su poder sería recibido por todos y no quedaría limitado a un individuo en especial. Esto explica por qué Cristo le dijo a sus discípulos que les convenía que Él se fuese a donde el Padre (Jn 16.7), porque entonces el Espíritu les sería enviado a morar en ellos, a llenarlos y capacitarlos para que los prodigios de Dios se hicieran a través de ellos.

Por último, en Hechos 1.8, Jesús dice a los discípulos que nada hagan hasta que venga el Espíritu Santo. El Señor promete que recibirán poder para testificar de Él y esparcir las buenas nuevas por toda la tierra.

5. Significado de la restauración para el individuo (Jn 10.10) 

Quizás la mejor manera de resumir todo lo que significa la restauración para el creyente individual sería invocar una sencilla palabra utilizada tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo: vida. En Deuteronomio 30.20, Moisés dice del Señor: «Él es vida para ti». En Colosenses 3.4, Pablo habla de «Cristo, vuestra vida». Y Jesús dice: «Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia» (Jn 10.10).

Restauración, para el individuo, significa reemplazar la muerte espiritual con la vida espiritual. Ezequiel 36.25–28 describe gráficamente esta sustitución. Pero no sólo recibimos un nuevo tipo y una nueva calidad de vida, sino también debemos crecer en ella. En muchos versículos vemos reflejados ese proceso de crecimiento como una obra del Espíritu Santo (Jn 16.23; 17.22; Ro 8.13; Flp 1.6; 2.13; Col 1.27). Por medio de su Espíritu Santo, Dios continúa y perfecciona la obra que inició con nuestra salvación.


6. Significado de la restauración para la Iglesia (Jn 13.34,35) 

Para la Iglesia, como un todo, la restauración significa algo más que convertirse en un duplicado de la iglesia del Nuevo Testamento. Recuerda que la restauración significa la creación de algo que supera al original.

En primer lugar, la restauración significa que la Iglesia desplegará el tipo de amor que Jesús manifestó durante su ministerio sobre la tierra. Jesús dijo que la gente conocería a sus discípulos por su amor (Jn 13.34, 35). La restauración también significa la manifestación del poder ilimitado de Dios por medio de su Iglesia. Ello ocurrirá cuando a través del pueblo de Dios fluyan los dones del Espíritu y obren sin limitaciones ni restricciones, bajo su dirección y en el santo espíritu del amor divino.

A través de la plena manifestación de los dones y ministerios señalados por Dios, y obrando según el amor esencial a su propia naturaleza, la Iglesia alcanzará un nivel de madurez y unidad que sólo podrá ser medido en términos de la «medida de la estatura de la plenitud de Cristo» (Ef 4.13). Mientras la Iglesia se convierte en un templo santo (Ef 2.21), habitado por un sacerdocio consagrado que ofrece sacrificios aceptables a Dios por medio de Jesucristo (1 P 2.5), todas las personas son atraídas al Señor; y el mundo verá por fin la gloria de Dios a través de esta Iglesia restaurada.