LA ALABANZA Y LA ADORACIÓN

¿Qué es la Alabanza?

La alabanza es principalmente la expresión de admiración y aprobación. En su sentido más pleno, incluye también la expresión de gratitud y acción de gracias por los favores recibidos. Así que, la alabanza y acción de gracias frecuentemente aparecen vinculadas.

Sin embargo, las formas más puras de alabanza no incluyen las gracias o gratitud. Son esencialmente expresiones de admiración y adoración con la finalidad de alabar, y que no tienen en cuenta favores recibidos. Algunos creen que la forma más elevada de alabar debe ser llamada “Adoración”.  Mientras permanezca en el corazón y la mente, es admiración. Cuando encuentra su expresión y llega a ser visible, entonces es “adoración”.

¿Qué es Adoración?

Adorar es expresar reverencia, tener un sentimiento de temor. Inclinarse delante del objeto de adoración. Rendir homenaje.

Por lo anteriormente explicado adorar a Dios es primariamente ensalzar Su Persona, carácter, atributos y perfección. Es el asunto de su adoración por quien es y lo que es, mas bien que por lo que haya hecho y lo cual haya resultado en nuestro beneficio. “Dad a Jehová la gloria debida a su nombre, adorad a Jehová en la hermosura de la santidad” (Salmos 29:2)

Adoración “Orden y Progreso”

Tomando como ejemplo lo que nos enseña el Tabernáculo respecto al orden y progreso de la adoración, podemos ver que cuando se entra al patio exterior del tabernáculo, lo primero que se veía era el altar de bronce, del sacrificio. Este era el lugar donde Dios se encargaba de expiar los pecados e iniquidades del pueblo; allí Dios, perdonaba todos sus pecados. Luego venía el lavado de bronce, tipo de la limpieza que se recibe a través del lavado del agua por la Palabra. El futuro adorador tenía que pasar a través de estas dos experiencias antes de llegar a las cortinas del lugar santo.

Dentro de ese lugar estaba la mesa de los panes de la proposición, el candelabro de siete brazos y el altar de oro de incienso, que tienen un significado profundo en la enseñanza de la adoración.

Por último, estaba el Lugar Santísimo, aquel paraje sagrado y solemne de reunión que tipificaba las formas más elevadas y puras de la alabanza y de la adoración. Es a tal lugar hacia donde el Espíritu Santo desea llevarnos.

Hay un progreso definido en el aprendizaje de las destrezas de la adoración. Dios desea conducirnos a través de todas las fases diversas hasta que entremos al último lugar de la adoración sagrada, ese lugar detrás del velo donde Dios habita.

 

¿Por qué debemos alabar al Señor? 

“La alabanza es hermosa- para los justos-”(Salmo 33:1). El término “hermosa significa apropiada, justa, idónea, digna, provechosa. Desafortunadamente, algunos cristianos parecen creer que alabar a Dios es incorrecto e impropio, se sienten más preocupados por la idea de que la gente les tenga en poco. Por alguna causa, sienten que la dignidad es la actitud apropiada para los cristianos, sin embargo, la Biblia sostiene el punto de vista opuesto. Dios dice que la vestidura de la alabanza es la que más se ajusta a nosotros. El gozarse en Dios y alabar Su Nombre es idóneo y apropiado en sus hijos. Es pensar en  tener  la aprobación de Dios que la de los hombres.

 

Dios habita en medio de la Alabanza

“Dios mora en medio de la alabanza de su pueblo” (Salmo 22:3). El Santo de Israel habita en medio de nuestras alabanzas, si nuestro corazón esta lleno de ellas, ahí entonces  estará de Dios. Esto es una realidad en nuestro hogar o iglesia. Manteniéndose saturado de alabanzas, es algo seguro para que la presencia de Dios nunca se aparte de su vida. Es posible rodearse de la presencia de Dios por medio de cultivar la actitud de alabanzas. Entonces seremos más conscientes de Su presencia que de los problemas, dificultades y circunstancias adversas.

 

La alabanza precede la victoria

Un pasaje bíblico conocido como el “Coro que ganó la batalla”, es donde El Rey Josafat dirigió el pueblo de Dios a la batalla contra sus enemigos. Dios le instruyó a que nombrara coristas que alabaran a Dios (2 crónicas cap. 20).

Ellos iban al frente del ejército alabando a Dios y diciendo: “Glorificad a Jehová, porque Su misericordia es para siempre. Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Noab y del monte Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros” (2 Crónicas 20: 21-22). ¡Imagínese un ejército siendo dirigido a la batalla de tal manera! Pero la Biblia dice: “las armas de nuestra guerra no son carnales; son lo suficientemente fuertes como para derribar fortalezas” (2 Crónicas 10:4). A medida que nos enfrentamos a nuestro enemigo, necesitamos entender de manera renovada el poder de la alabanza, y salir a la batalla alabándole sonoramente con nuestra boca. Entonces, podremos esperar ver la gran salvación de Dios. El pueblo que aprende a alabarle de corazón sincero, es aquél que experimentará a plenitud Su presencia y poder.